"Dedicado a todos los que siguen queriendo ser diferentes y luchan contra aquellos que desean que seamos iguales"

5 de noviembre de 2014

Reflexiones de café en mano.

Tanta gente y tan pocas personas. Ese momento en el que entras a tu cafetería preferida, pides tu americano con sacarina, el tamaño más grande que tienen, todo está repleto de gente, si, solo gente. Gente que escribe, gente que ríe, gente que cuenta sus vidas más alto de lo normal, gente que simplemente contempla el día gris a través de la ventana, pero solo eso, gente. Decides sentarte entre toda esa gente y sacar tu portátil, necesitas escribir, desahogarte, contemplas todo aquello, a ese atractivo hombre que da golpecitos en la mesa mientras escucha alguna canción en su iPhone, a ese escritor enfurecido que no le llega la inspiración, a ese chico que mira impaciente su móvil como si esperase la noticia más feliz o más triste de su vida, a ese grupo de amigas que se cuentan mil y una historias, cada cual más surrealista. Tanta gente, y tú tan sola. Decides dar un paso más allá y coges tu móvil, hace mucho que no intentas escribirle de nuevo, saber como está, que ha sido de su vida durante todo este tiempo. Igual te arrepientes después, pero es lo que te dicta tu corazón en ese momento. Escribes, en linea, está escribiendo. Ese hormigueo se apodera de tu estomago, aun no crees que vuelva a empezar todo de nuevo. Ha contestado, no te atreves a mirarlo, sacas fuerzas, quiere verte, necesitáis veros y lo sabéis. Todo ha vuelto a ser como siempre, como al principio, estáis de acuerdo en que, por desgracia, no podéis vivir el uno sin el otro, es así. Y tu sigues ahí, en tu cafetería favorita, llena de gente, solo gente, con tu americano a la mitad, pero con algo nuevo. La soledad ha desaparecido, tu sonrisa ha vuelto a su preciado sitio. Un día gris que empieza a ser algo más bonito.