"Dedicado a todos los que siguen queriendo ser diferentes y luchan contra aquellos que desean que seamos iguales"

3 de octubre de 2015

Emociones.

Hace poco me dijeron que si era capaz de transmitir y emocionar al mundo con las sensaciones al mirar un simple bolsa, seria capaz de cualquier cosa. Pero a veces creo que no siento nada. No puedo.

Siento que estoy vacía, como esa bolsa blanca, desgastada, con algún agujero, que vuela libre dejándose llevar por el viento de este frío invierno que llega avisado por el otoño. 


La vida está llena de momentos. Tu eres quien decide. Puedes hacerlos únicos, o simplemente vagos recuerdos.


He visto nacer, crecer, avanzar, caerse, levantarse y morir. Se puede decir que en mi corta vida lo he visto todo. 

He visto los abrazos más sinceros y las lágrimas más verdaderas en la mismísima puerta de un aeropuerto, al igual que las mas falsas a las puertas de un hospital o un cementerio. He visto la verdadera nostalgia y la tristeza al echar de menos.
He perdido a personas demasiado pronto, he sentido todo esto que he tenido la suerte o la desgracia de ver.

Pero a pesar de todo esto, a pesar de que pueda parecer que esto llena a las personas, sigo sintiéndome vacía, como esa bolsa blanca, en cada momento más agujereada, que sobrevuela el cielo de Madrid castigada por este otoño que da paso al frío invierno. 





22 de septiembre de 2015

¿Hay trato?

Me gustaría desaparecer. Irme sin avisar. Poder comprobar si me echarías de menos. Si pensarías que estoy haciendo en ese momento, si pienso en ti, en lo que fuimos, en lo que ya no seremos, en lo que nos quedó sin hacer, en lo que hicimos. Si tu desaparecieras, si te fueras sin avisar, todo seria diferente. No haría falta comprobar nada. Me moriría de ganas de decirte que te voy a echar de menos. Me moriría de ganas de preguntarte que haces, con quien hablas, si eres feliz, que tiene ella que no tenga yo. No se. A decir verdad, dicen que no hay nada mas bonito que alegrarte por la felicidad de aquella persona que un día te proporcionó la tuya, pero es que solo pensarlo, no puedo.

Aunque pensándolo bien, nunca estaríamos tan lejos, piensa que siempre estaríamos mirando la misma Luna. 
Ahora bien, si lo que quieres es quedarte, que permanezcamos aquí, te propongo un trato. Quédate y hagamos momentos especiales. Porque la vida está llena de momentos. Tu eres quien decide. Puedes hacerlos únicos, o simplemente vagos recuerdos. 

¿Hay trato? 

12 de junio de 2015

El tiempo, todo, locura.

Te vi pasar fugazmente y pedí un deseo, pero al cerrar los ojos y pensar ese deseo, recordé que eras tú, y ya te habías ido. Y en ese instante, con los ojos aun cerrados, vinieron a mi mente demasiados recuerdos. Y es que solo me quedan recuerdos. Como por ejemplo lo mucho que me encantas.
Me encanta mirarte sin que me veas, observarte mientras estás
concentrado, serio, ajeno. Y cuando estás de otro modo, me encantas igual. Y así en bucle. 
Y también me viene a la mente aquel te quiero tuyo susurrado. Ese te quiero que vino y se quedó a vivir conmigo. Aquí, bien dentro, para que no se escape y siga haciendo el mismo daño.
Pero es que eso no es lo peor. Lo peor es cuando vuelves. Cuando parece que todo esta bien y que va a ser bonito de nuevo, cuando dice mi sombra que ya no nos parecemos, que por más que me sigue no cuadra el paso. Que ahora encajo contigo. Que tiene celos, dice. Ahí es cuando todo me da un poco de miedo.
Y lo complicado de todo esto es que, como buen enganche, la parte adictiva tira mucho. Y tú a mí ya me has enganchado.
Y así pasan los días y mi vida se va convirtiendo en un espejo de lo que fui, donde cada vez me cuesta más reconocerme. Porque me has cambiado, me has hecho débil a ti y demasiado fuerte al resto. Y es que la confianza que te has llevado, se la has robado a los que mas la necesitan, y eso no esta bien. Es egoísta.
Solo te pido una cosa antes de que vuelvas a marcharte. Apágame la luna que no me deja dormir, y quiero disfrutar un abrazo mas a tu lado.
Se que me lo advertiste: no te enamores. Pero ya tarde, yo también te lo advertí: me he enamorado. De nada sirvieron nuestras advertencias.
Me llenaste la cabeza de recuerdos que nunca llegaremos a vivir juntos. Y eso, a pesar de todo, igual es lo que mas duele.
Como todas las cicatrices, esta también escuece la víspera de los días de lluvia. Y los días de sol. Y cuando el calor aprieta. Y cuando te echo de menos.
Y quizá el problema fue mío, solo mi culpa, y es que te quise como si me fueras a romper el corazón. Y así pasó.
Al final resultó que no es la vida la que me quedaba grande, fuiste tú. Fue tu amor, el que me quedó pequeño.
Pero como dicen, el tiempo, todo, locura.



9 de junio de 2015

Últimamente solo encuentro piedras con las que me gusta tropezar.

No siempre pasa, pero en mi caso si. 
Llegas, de casualidad, sin que nada esté planeado, poniendo todo patas arriba, y te encuentras con una piedra en el camino que hace que te detengas en tu andadura. Estás intrigado, quieres saber como es realmente la piedra, y te paras. 
Observas, e incluso pruebas a ver que tal. Te quedas tanto detenido, que hasta llegas a confiar en que la piedra pasará a ser una metal precioso en cualquier momento. Pero no, nunca llega a pasar. 
Al principio parece que si, que esa piedra en realidad es un zafiro, o incluso un diamante en bruto. Pero a medida que vas profundizando, lo ves. Es tan solo una pequeña capa, un lobo con piel de cordero, una pierda mas con la que solo tropiezas. Pero el problema no es ese. 
El problema viene, cuando a pesar de ver que tan solo es una piedra más, gris, con alguna que otra mancha, pero una puñetera piedra, sin más, una mas con la que tropezar y que sabes que te caerás, te gusta, y te acostumbras a tropezar con ella. 
No siempre pasa, pero a mi si. 
Últimamente solo encuentro piedras con las que me gusta tropezar. 


5 de junio de 2015

Contigo y de ti.

Eres tan desconcertante. A veces parece que si, pero otras veces haces que nada tenga sentido. Se que yo soy difícil, que no hago que la vida sea un campo de rosas, o igual si, pero con millones de espinas.
Me han dicho que te gusta la soledad, al igual que un buen vino bien servido, y que odias el champán.
Me han dicho que en la cama te gusta mandar, pero que fuera de ella, sabes dejarte llevar.
Bien, te propongo un plan, propongo perdernos, solos, tú y yo, sin más. 
Te propongo bebernos hasta reventar, ya sea tú una copa de tinto y yo una de champán. Propongo no salir de la cama para que tu lleves el compás.
Perdernos, si, pero sobre todo dejarnos llevar. 
Pero ahora es cuando me paro a pensar. A pensar que yo he llegado hasta aquí, con la intención de arreglar los destrozos de otra que llegó antes que yo, de otra que sí disfrutó de tus caricias, de tus polvos y de los abrazos de después. 
Y en cambio a mí me tocan los polvos salvajes, que no es que me queje, que el “te quiero para follar” pues oye, no está tan mal, pero ¿y el frío de después?
¿Quien me quita el frío de la cama vacía, de las noches de insomnio, de los domingos grises y de las resacas de invierno? Esto del sexo sin amor, de las copas llenas de alcohol y de las resacas de ron, está bien. Pero luego recuerdo que la culpable de tus destrozos no fui yo, y quiero mas. Lo quiero todo, contigo y de ti.


2 de junio de 2015

Siempre aquí. Conmigo.

Hace ya cuatro meses que te marchaste para siempre, y hasta ahora no he tenido la fuerza de sentarme a escribir sobre ti, sobre lo que ha supuesto todo esto.
He creído que era el momento, y como bien sabes, Tito, soy una chica de impulsos, a veces buenos, y otras no tantos, pero impulsos al fin y al cabo. 
Aun me dueles, y no tú, si no tu ausencia, el saber que nunca más podré escucharte reír, ni cantar, ni podré verte coger tu guitarra y sentirte una estrella, porque lo eras y lo serás.
Creo que lo que mas duele es no haberte podido decir adiós. Aunque pensándolo bien, a ninguno nos gustaban las despedidas. Pero al menos un "Hasta luego, sobrina" si que me habría gustado. Pero no pude, mis problemas me lo impidieron. Pero quiero que sepas que nunca te dejé, jamás.
Porque a pesar de que no pude estar a tu lado en el final del camino, estaba ahí, no de tu mano, como me habría gustado, pero siempre contigo. Te juro que no te abandoné ni un instante. Te lo prometo, Tito.
Y quizá esto suene a despedida, igual es lo que necesitaba, o quizás no. Pero una persona no se puede despedir de alguien que jamás va a marcharse, porque como dicen, "Solo se van para siempre los que caen en el olvido", y te puedo asegurar que no serás uno de ellos. 
Esto mas bien es una forma de darte las gracias. A ti y a todos los que ha. Estado ahí. Porque no te haces una idea de lo que has dejado aquí. No te haces una idea de lo que has hecho en tu vida, ni la más mínima. Solo se, que ahora entiendo tu orgullo al llevar a mi tía de la mano. Jamás he visto una persona mas fuerte. Jamás. Al igual que te digo, que desde donde quiera que estés, sientas orgullo. Verdadero orgullo. Tienes unos hijos de los que sentirlo. Qué suerte la mía tenerlos también. 
Y para terminar, siente orgullo, igual que el que siento yo cuando hablo de ti, en presente, nunca en pasado. Me niego a hablar de ti en pasado, porque aun estas, yo te siento, y con eso basta. 
Tengo muy claro que no hace falta llevar la misma sangre para sentir a alguien de tu familia, y somos un claro ejemplo. 
Te echo mucho de menos, Tito, mucho. Pero pensemos que si esto pasa es porque has dejado huella. Una huella llena de fuerza, de la que hablare a mis hijos, y a todo el que se tercie, porque eres mi ejemplo de superación, de ganas de vivir. Y pienso vivir como tu me han enseñado.
Cabeza alta y adelante.
Gracias, Tito. Nos vemos de cacharritos y guitarra en mano. 
Te quiero.

20 de mayo de 2015

Como una niña con sus castillos en el aire.

Sé que no es fácil entenderme. Sé que construyo castillos en el aire. Sé que a veces dan ganas de matarme. Sé que muchas veces resulto insoportable, que vivo en mis cuentos y no hay quien me saque, que me pongo a hablar y no hay quien me calle. Sé que de un segundo a otro cambio de opinión, que con mis sentimientos no me aclaro ni yo, que no digo nada que alguien no haya dicho ya. Sé que me ahogo en un vaso de agua, que me aferro a lo que me invento para no tener que mirar a la cara a la realidad, para no tener que enfrentarme a la vida. Pero ¿cómo no quieres que crea en la magia si la veo, la siento y la llevo muy dentro desde hace tanto tiempo?
Cuando miras hacia arriba y sientes cómo el cielo roza tu nariz, cuando irrumpe en tu piel el sol para darte calor, cuando te hace llorar una canción, cuando tienes cinco sonrisas tan bonitas a tu alrededor, cuando ríes tanto que se te acelera el corazón, cuando la intensidad llama a la puerta de tu habitación, cuando encuentras algo que ni siquiera recordabas haber perdido.
Pero, ¿cómo?
Y si no lo llamas magia, ¿cómo explicas el color del cielo en este atardecer?
Y si no lo llamas magia, explícame dónde nacen las carcajadas que me producen esas cosquillas que me haces por las tardes.
Y si no lo llamas magia, ¿cómo llamas a la sensación de levantarse con el aroma a café recién hecho por las mañanas? 
Y si no lo llamas magia, dime cómo se llama esto que se crea juntando palabras.
Y si no lo llamas magia, dime que es esto que creamos tu y yo cuando nos miramos. 
Sé que es difícil entenderme,
pero no pienso dejar que nadie tire mis castillos en el aire.
Si creer en hadas significa no crecer, llámame niña.



Supongamos que casi se puede y se debe.

Supongamos que te importo. 
Debemos suponer todo eso si quiero contarte todo lo que llevo dentro. Es mucho, profundo. Sentimientos. Quizá pronto, quizás tarde. Quizá no deba, o quizá si. Nunca se sabe. Pero es lo que me apetece, y lo hago.
Supongamos que si quieres.
Es importante suponer algo así para lo que quiero pedirte. Algo mas. No un beso. No es sexo. Es mas. El pack de todo. El conjunto de lo que supone un si.
Podríamos seguir suponiendo muchas cosas, de esas que me llenan. Incluso podríamos suponer que esta noche te encontrare en la puerta, diciéndome que quieres suponer conmigo. Qué ingenua, yo. 
También podríamos suponer que mañana me harás café al levantarme, suponiendo que te hayas quedado a dormir, y suponiendo todo lo que ello supone. 
Podríamos, que verbo tan odioso. Que ganas de fastidiar tiene siempre. No debería existir. Con lo bonito que es pudimos. 
Hay que ver lo que cambian los tiempos verbales una frase. Que mágico mundo este. Casi tanto como la magia que teníamos tu y yo. Casi. Otra palabra que odio. 
Debería crear mi propio diccionario. Sobran demasiadas cosas. Demasiadas palabras. Demasiados verbos. Demasiado todo. 
Porque podríamos y deberíamos suponer, pero casi todo está en un futuro incierto que quizá nunca llegue a ocurrir. 


16 de mayo de 2015

¿Capaz de recordar?

Porque a veces los planes inesperados son mejores. Porque planificar el futuro no es lo mío. Porque vivirlo todo es mas mi estilo.
Tu sabes, que eres de esas personas que no necesita hacer ningún tipo de truco conmigo, porque tienes un algo, un no sé qué, una magia especial que hace que sea suficiente. Sabes mirarme de esa forma, esa puta forma que hace que todo se detenga. Y algo que odio es que sabes conseguir que me enfade para llegar a nuestras benditas reconciliaciones. 
Igual ninguno de los dos llegará a recordar que tomamos de postre esa noche, o quizás si. Probablemente no recordemos ni el color de tu camiseta, o si realmente era una camisa. Igual no te acuerdes del olor de mi perfume, ni que canción sonaba cuando me besaste por primera vez. Pero una cosa esta clara, y es que, cada vez que nos mirábamos, nos rozábamos o simplemente nos pensábamos, no parábamos de temblar. Y créeme cuando te digo, que para mi, eso puedo llegar a llamarlo felicidad. 


4 de mayo de 2015

Él y su verdadero arte.

No te atrevas a decirme que has conocido el amor verdadero si no has visto su sonrisa, si no has visto los dientes mejor alineados, incluso mejor que las mismísimas columnas del Templo de Debod.
¿Y las arrugas que se le forman en la comisura de los labios y alrededor de su preciosa mirada? Eso si que es arte.
No te atrevas a decirme que has sentido verdadera felicidad si no has sentido como su dedo recorría cada centímetro tu cuerpo, como el niño que corre feliz por el Parque de las Tetas de Vallecas.
Y por supuesto, jamás te atrevas a decirme que has conocido la soledad, la tristeza y el dolor, si no has sentido su ausencia, si no has sentido como te lo arrebataban sin que pudieras hacer nada, solo asimilar que ya no volverías a ver la mejor obra de arte que que han tenido las calles de Madrid.
#P9

4 de marzo de 2015

La sonrisa que se marchó para perdurar.

Porque tú eras la sonrisa más bonita de Madrid, esa capaz de derribar hasta la ultima piedra del puto muro de Berlín, aquella por la que muchos suspiraban pero a la que realmente pocos apreciaban. Aquella que tuvo que marcharse a París para poder vivir, sin complejos, sin obligaciones ante el espejo, sin amantes de una noche pero con mil reproches, sin ese miedo a que le arrebataran un trocito más de corazón cada vez que salía de casa. A veces te echo de menos, pero se que eres feliz, que has encontrado tu motivo por el que seguir, ese que te hace abrir los ojos cada mañana y ver que, a pesar de que esté la persiana agachada, entra un pequeño rayo de sol por tu ventana. Ese motivo por el cual dejaste escapar lo bonito de Madrid, construiste de nuevo el muro de Berlín, y decidiste saltar desde el mismísimo Arco del Triunfo de París, porque has triunfado, lo has logrado, has llegado a tu meta, eres feliz, y realmente es lo que queda.
#P9.


15 de febrero de 2015

Podríamos... ¡Y pudimos!

Podríamos habernos cruzado por ahí, sin ni siquiera vernos, o si, mirando hacia otro lado, distraídos en nuestros pensamientos, o en aquel personajillo que hace malabares con el balón, o hasta podríamos habernos chocado sin querer por ir pegados a la pantalla del maldito teléfono, y hasta habernos pedido perdón. O incluso podríamos haber pasado por el mismo lugar, en horas diferentes, hasta pisando uno las huellas del otro, o no haber pasado nunca, nunca se sabe. Podríamos haber estado en el mismo Corte Ingles, pero tu en la planta de deportes y yo en la de cine, o no haber ido nunca a ese centro comercial. Pero tuvo que haber un "algo", un "no se que", un mandato divino, una muy bien estudiada casualidad, de esas que a mi, a veces, tan poco me gustan, para que, entre cientos de millones de habitantes que tiene nuestro querido mundo, tú y yo coincidiéramos en el mismo lugar al mismo tiempo, y decidiéramos mirarnos a los ojos por primera vez.


21 de enero de 2015

Un pequeño paréntesis de cordura.


Una noche como otra cualquiera mi cabeza le dio por pensar de mas y razonar de menos, y claro, en momentos así todo el mundo tiene dos opciones, comerse el coco hasta no poder mas, llorar hasta desgastarse o, con suerte, dormirse, o, la mejor opción de todas, recurrir a ese alguien que siempre está, y que por suerte, yo tengo el privilegio de tener. La conversación empezó con un simple "te necesito", pero ante todo necesitaba resolver algunas dudas. Mi pregunta fue clave y precisa, "¿Tú crees que se puede olvidar a una persona, con la que has compartido seis meses de tu vida, en los que supuestamente lo era todo para ti, en menos de un mes y medio?" No hizo falta su respuesta, ya me respondí yo sola, "Pues una de dos, o era un cerdo mentiroso, o lo que tiene ahora no es real." Solo necesitaba que ella me escuchara, que supiera que la necesitaba, y con un, "Mañana te veo por fin" bastó para saberlo todo. Era el momento y ella sabia que necesitaba que estuviera aquí. 
Por eso básicamente necesitaba una tarde, noche o lo que sea con ella, porque nos entendemos mutuamente y de vez en cuando nos necesitamos. Igual no somos dos gotas de agua, pero muy distintas tampoco debemos ser, porque en el fondo sabemos que decirnos y cuando decírnoslo, y quería amiga, eso poca gente tiene la suerte de saber. 
Sin más dilación, la conversación terminó, sin un adiós ni nada que fuese estrictamente necesario, porque como bien dicen, al buen entendedor pocas palabras le bastan, y hasta ahora, entendernos nos entendemos bastante bien. Y la vida siguió, como sigue las cosas que no tienen mucho sentido.