Ya lo has pasado todo, ya está todo superado, esas noches de insomnio mojando la almohada con todas las lágrimas posibles se han quedado atrás, esos días de angustia cada vez que abrías su perfil y veías que era feliz, que era feliz con otra, esos días se han esfumado. Ya casi ni te acuerdas de él, entonces decides dar el siguiente paso, quizá uno de los mas difíciles ese paso que puede arruinarlo todo o quizá hacer que todo vuelva a ser como antes de conocerle a él. Pero no, sabes que ya nada volverá a ser como antes, por mucho que se intente, cada historia, corta o larga, buena o mala, deja una huella imborrable en el corazón de las personas, y eso, eso no se va jamás, simplemente se acostumbra uno a vivir con ello, así que tú no vas a ser menos. Decides que ya es hora de ser de nuevo feliz y esta vez sin depender de nadie.
Todo va sobre ruedas hasta que conoces a esa persona que de la noche a la mañana lo da absolutamente todo por ti, esa persona que recorrería el mundo a pie solo porque tu fueras feliz. Y tu lo intentas, intentas corresponderle, porque sabes que es especial, que te merece, que seréis felices juntos. Sabes que es el indicado, que cuando estas con él, cuando hablas con él, esa sonrisa tonta y estúpida se dibuja en tu cara de forma permanente, que solo a los cinco minutos ya le echas de menos, esas mariposas han vuelto a adueñarse de tu estomago... Si, es él.
Pero por mas que lo intentas, por mas que quieres, algo en tu interior te frena, te dice que aflojes, que no quiere volver a sufrir, pero tu quieres... Tu cuerpo dice si, pero tu alma tiene... Si... Llega eso llamado miedo.
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