"Dedicado a todos los que siguen queriendo ser diferentes y luchan contra aquellos que desean que seamos iguales"

23 de enero de 2013

Estuvimos a NADA de serlo TODO...

Un día, así como que no quiere la cosa, llega ese "Hola ¿Que tal?" de él, con el que has intercambiado dos palabras y una de ellas para pedirle fuego. De repente, la conversación sigue su curso, habláis durante todo el día  haciéndoos preguntas estúpidas fruto de un juego de ambos simplemente para conoceos mas, y así llega la noche, y con ella la hora de despediros, pero se os hace duro ese momento, algo inexplicable teniendo en cuenta que os conocéis realmente desde hace unas horas. Pero es real, ese sentimiento que se ha despertado en ti de no querer decir adiós es muy real, demasiado real, tanto, que os da miedo. Pero llega lo inevitable, la despedida, pero no os decís "Adiós", no, os decís "¡Hasta mañana! :)" Si, porque el deseo de hablar el uno con el otro se ha hecho demasiado grande. Así, de esta forma, sin casi daros cuenta, al día siguiente sigue vuestro juego. Y es entonces cuando por una simple casualidad, empezáis hablando todos los días, a todas horas, de todo y de nada a la vez, pero si por una casualidad inexplicable alguno de los dos no puede hablar, os echáis de menos. Si, lo se, es raro, ¿como puedes echar de menos a alguien sin a penas conocerla? Pero pasa. Y un día  uno de los dos da el paso. Llegó la hora de pasar a la acción, llegó la hora de quedar a tomar algo. "Solo serán unas risas entre amigos" pensáis, aunque por dentro estáis deseando que no sea así. Entonces, después de ese día  ese día en el que pasa de todo menos las risas entre amigos, os enamoráis. Esa barrera que una vez que cruzas no hay vuelta atrás  Todo es muy bonito, al principio todo es perfecto. Pero la cosa no funciona, uno de los dos la caga y las cosas se tuercen. Entonces pasa lo inevitable, los dos seguís enamorados, quizá esa palabra queda un poco grande, pero ahí está ese pequeño sentimiento. Pero aun así, aun sintiendo ese cariño mutuo, poco a poco empezáis a hablar mucho menos, incluso aquel "Hola ¿Que tal?" que os hizo llegar hasta aquí, se os hace doloroso. Sabéis que las cosas han cambiado y que ya nada volverá a ser como antes. Hasta que llega ese día temido, ese día que ya ni la pregunta de rutina, ese día en el que ya ni habláis, ese día en el que ni uno ni otro existe para ninguno.







"A veces no hay próxima vez, a veces no hay segundas oportunidades, a veces es ahora o nunca."


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